Estás al borde del acantilado bajo el que pasa un gran río. Quieres sentir la sensación de bajada. Debe ser
una sensación increíble sentir como te precipitas, con todo tu cuerpo descontrolado, sintiendo el vértigo, el viento, esa sensación de libertad.
Es posible que el río amortigüe
tu caída y sólo salgas magullada, pero lo más probable es que el impacto te
mate. Y aún así te lo estás pensando. Quieres sentir esa sensación. Sólo serán
unos segundos, pero crees que puede merecer la pena arriesgarse.
Un vértigo recorre todo tu
cuerpo, tu estómago se encoge ante la sensación de saltar.
Luego miras a tu alrededor y hay
más gente dispuesta a saltar el mismo precipicio y no deseas que salten, quieres sentir la soledad del salto, no quieres que
nadie acompañe tu caída, es un acto
íntimo. Si has de morir lo harás sola y si sales herida no quieres ver lo
cadáveres a tu alrededor .
Quizás termines por alejarte, quizás
no merezca la pena. Tal vez sea mejor dejarse invadir por los verdes prados,
sin vértigos, sin cuerpos descontrolados, con esa sensación de bienestar
mientras ruedas por la llanura fingiendo esa sensación de libertad!