SOLO UN RECUERDO
Ni siquiera se dieron un beso de
despedida. El tuvo que salir corriendo antes de que se cerraran las puertas del
metro. Habían hecho el trayecto sin parar de hablar, sin darse cuenta de las
estaciones que iban pasando mientras ellos se perdían en una conversación inútil,
que no llevaba a ninguna parte pero que ambos se esforzaban porque pareciera
que era interesante lo que el otro le contaba.
El último trayecto de una relación que ambos se
empeñaban en mantener y que tenía fecha
de caducidad desde el primer día que se conocieron.
A medida que el metro avanzaba y
se alejaban en direcciones opuestas no pudo remediar una ráfaga de tristeza y melancolía. ¡Había quedado tanto por decir!...¡ tanto por hacer!
Ahora, desde la distancia, su
recuerdo aparecía como un soplo de aire fresco. Una sonrisa de añoranza se
dibujaba en sus labios, cerraba los ojos, suspiraba y se apretaba fuertemente
contra el pecho confortable del hombre que compartiría, a partir de ahora, todos
los instantes de su vida.